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El misterioso caso de Anita y Los Tres Osos conmociona a Tumulba. Después de una semana, Analía Perzcop, de 12 años, fue hallada en la casa que habita la familia de Los Tres Osos. Fuentes policiales informaron que, teniendo en cuenta el modus operandi de la desaparición, se trataría de un secuestro exprés. Esta declaración escandalizó a toda la aldea. Sin embargo, la niña niega haber sido secuestrada. La criatura está en perfecto estado, aunque presenta indicios del síndrome de Estocolmo. La vida en la aldea de Tumulba, ubicada a 50 kilómetros de la capital Concorsina, transcurría tranquilamente entre labores agropecuarias y hogareñas. Como otras mañanas, Ana —Anita para sus conocidos— salió a recoger setas al bosque, aprovechando la humedad de la época. Sus padres se sorprendieron por la demora de la pequeña, pero no le dieron mayor importancia, ya que varias veces se quedaba jugando con sus amigas las ardillas. Después de la siesta y tras haberla buscado por zonas aledañas, el temor ...

Cerradura

Tengo una pasión irrefrenable y créanme que me da mucha vergüenza hablar de esto. Algunos me tildarán de fisgona, de impertinente y hasta de enferma... me gusta ver a la gente a través de las cerraduras. No me importa mirarlas desde una ventana, desde una terraza. El hecho no es tan simple como querer verlas sin que ellos lo perciban. Mi vicio, mi fervor es la escultura que despeja la silueta de la cerradura sobre la vida, la gente... es el recorte de intimidad que se presenta ante mis ojos, la selección fortuita de los hechos. Todavía lo recuerdo. Recién llegaba de la clínica. Elsa, esa mujer que ahora tiene nombre y el título Madre, me llevaba en sus brazos mirándome con una leve sonrisa y un gesto que aún no comprendo. Me puso en un moisés de mimbre blanco y cerró la puerta. De repente me encontré sola en una habitación demasiado aireada para mi piel acostumbrada a nadar hasta ese momento. Empecé a experimentar el mundo de afuera, a conocer los olores de esa casa...

El condimento y la música

Cuando éramos chicos, la cocina era un campo abierto al juego y a la experimentación. Las consignas eran claras: lo que se cocina se come y lo que se ensucia se limpia. Mamá, como árbitro y supervisora encendía hornallas, manipulaba materiales calientes y nos enseñaba a cortar. Nos dejaba probar combinaciones… fuimos creciendo y adquirimos nociones básicas a base de pruebas y errores. Lo que salía mal, seguro papá o el perro se lo comían… eso fue un gran descubrimiento. Nada tenía desperdicio. Creo que no es casual que uno de mis hermanos haya decidido ser cocinero llevando la música de nuestra cocina a todos lados, claro que él profesionalizó todo y lo que era bochinche se hizo música. Si alguien externo viese a esos niños en la cocina sólo vería bochinche. Las viejas pulcras se horrorizarían de vernos, de ver el suelo, de ver nuestras manitas embadurnadas de pegotes mágicos. Mi hermana se hizo vegana de grande y cocina con pasión para ella. Quesos, leches, platos sin ninguna pisc...

Nico

No llegué a conocer a mí hermano mayor. Se fue en diciembre, un mes antes de que yo aterrice en el mismo nido acuático en el que vivimos 9 meses en tiempos distintos. Sin embargo, lo extrañé siempre y lo extraño... Te imaginé muchos años como compañero de aventuras. A veces con culpa, cómo si tu existencia se hubiese trocado por la mía. Muchos años después pude sanar ausencias, fue hace poco que descubrí dolores que tenían que ver con vos, con nosotros, con la familia y el espacio que ocuparás siempre. Infinitas gracias Nico.

Pipa

Pipa es negra como el carbón, la encontramos en Valle Hermoso durante unas vacaciones de verano. Cabía en mi mano y era flaca. Piel y huesos. Enseguida nos adoptamos mutuamente. Es un perro gato porque puede saltar muy alto, caminar por las tapias. Si se queda encerrada en el patio o el jardín es por el miedo a ser libre, a no ser de nadie. Pero podría fugarse cuando quisiera. Nos parecemos, somos miedosas y guardianas. Hoy estamos en paz, pero hemos tenido épocas duras. Ya le pedí perdón por tratarla mal, pero no dejo de sentir que ella es así por culpa mía. Nos parecemos también porque si nos vemos acorraladas podemos reaccionar de muy mala manera. Eso le pasó con Felipe que la perseguía por toda la casa para jugar. Ella escapaba la mayoría de las veces, pero no siempre podía. La primera vez le mordió el cachete y la nariz. Felipe sangraba mucho y anduvo con la cara hinchada un largo tiempo. Le pegué fuerte y estuvo en el patio unos días. Quería regalarla, no podía estar tranquila co...

Montaña rusa

 En el año 2007 descubrí el mundo bloguero, fue como pasar a otra dimensión en donde las personas de todo el mundo teníamos la posibilidad de confluir en universos de letras. Acá en Córdoba seguía a varios personajes, los tenía indexados al costadito de mi blog para que otros los sigan. Se tejía una red de recomendaciones, visitas y círculos de lectores - escritores - comentadores. Cada día repetía la rutina, repasaba uno a uno mi listado de blogs recomendados y comentaba sus publicaciones. Nutría mi trama, copiaba estilos, escribía cada día algo nuevo. Me daban ganas de leer más libros, más diarios y revistas. Me di cuenta de que la sed de lectura me la provocaba el encuentro. Con el gringo, que terminó siendo un compañero de la facu, empezamos a redactar escritos colectivos y él organizaba encuentros en bares con otros blogueros... nunca fui porque trabajaba, tenía que rendir 10 materias ese año y terminar la tesis antes de que nazca Felipe. Felipe fue gestado con el descubrimien...

Orejas

Lo busqué por sus orejas pegadas y sin lóbulos como las mías. Siempre supe que el amor de mi vida no tendría lóbulos. Lo soñé, no recordaba su nombre. Sabía que su altura podría haber cambiado, como su pelo… pero tenía la certeza de que sus orejas no tendrían separación con la cabeza. Serían casi una extremidad del cráneo. Se hizo esperar pero tuve la certeza en cuanto lo vi entrar con su chaqueta gris y su andar desgarbado. Ese andar que no le pone condiciones al tiempo, que se adapta y disfruta el momento. Enseguida me vio entre la multitud. Estaba sentada comiendo chizitos, le hice un lugar para que entre más cómodo al lado mío. Le compartí los chizitos y tomamos cerveza, bailamos y conversamos como si no hubiese pasado el tiempo. ¿Aún me reconocés? Me dijo. ¡Claro! Reconozco tus orejas, que es lo único que no cambió después de 70 años sin vernos.