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Montaña rusa

 En el año 2007 descubrí el mundo bloguero, fue como pasar a otra dimensión en donde las personas de todo el mundo teníamos la posibilidad de confluir en universos de letras. Acá en Córdoba seguía a varios personajes, los tenía indexados al costadito de mi blog para que otros los sigan. Se tejía una red de recomendaciones, visitas y círculos de lectores - escritores - comentadores. Cada día repetía la rutina, repasaba uno a uno mi listado de blogs recomendados y comentaba sus publicaciones. Nutría mi trama, copiaba estilos, escribía cada día algo nuevo. Me daban ganas de leer más libros, más diarios y revistas. Me di cuenta de que la sed de lectura me la provocaba el encuentro.

Con el gringo, que terminó siendo un compañero de la facu, empezamos a redactar escritos colectivos y él organizaba encuentros en bares con otros blogueros... nunca fui porque trabajaba, tenía que rendir 10 materias ese año y terminar la tesis antes de que nazca Felipe.
Felipe fue gestado con el descubrimiento de ese mundo nuevo en el que me zambullía por las madrugadas, horas antes de que suene el despertador. Lo vivía con un disfrute enorme. Disfrutaba poder escribir, pero más disfutaba del encuentro con otres no impresos en libros, desconocidos que en algunos casos terminaron siendo personas reales, como Camila Sosa Villada, con quien compartía clases en la escuelita de ciencias de la información y en un taller de teatro extra curricular. Muchos años después supe que era la autora de ese blog que seguía.
Ella era seria, distante. Me caía bien, pero no sabía cómo acercarme.
Una vez, en una clase de historia se sentó a mi lado. La saludé y le presenté a Guada, una amiga que había hecho en el cursillo de ingreso. Guada se puso nerviosa y empezó a reírse... me dijo que cómo era amiga de un travesti. Creo que Camila la escuchó, o al menos percibió su incomodidad porque se cambió de lugar.
Terminé la facu con Feli bebé, gracias a dos amigazas con la que hicimos la tesis y sin las que no me hubiese recibido, gracias a mi mamá que viajó desde La Pampa y se instaló en la casa de mis hermanos para poder a cuidar a Feli mientras yo trabajaba y redactaba día y noche la tesis. Gracias a Feli que era un bebé inspirador y sereno con el que podía concentrarme.
Feli marcó un comienzo y un cierre, desde su nacimiento la vida es una montaña rusa... todo pasa vertiginosamente y puedo entender eso de que 20 años no es nada. Puedo entender a mi mamá de antes, la que tenía mi edad y resolvía lo doméstico con una practicidad admirable y trabajaba todo el día porque papá se la pasaba durmiendo con una depresión espantosa. Puedo admirarla después de haberlos odiado por la inercia en la que me sentí sumergida tantas veces de chica.
Irme de casa fue una etapa muy feliz, llena de libertad y descubrimientos.
Mamá se quedó sorda cuando me fui, luego de unos meses se recuperó pero le quedó un acúfeno. A veces la describe como una turbina de avión que podemos percibir en sus ojeras. 
Que me fuera fue la inauguración del éxodo familiar. Cuatro años después nos habíamos ido sus 4 hijos y tenía que quedarse sola con papá. Ya no tenía jueces ni testigos del desamparo, del olvido del que se quejaba y por el cuál no tomaba ninguna decisión, por el que lloraba desde que tengo uso de razón. Se equivocaba al hacernos sus confidentes. Al menos a mí me pesaba mucho no sentir seguridad por nada, no encontrar paz en casa y ser sostén emocional de mamá. A veces, los problemas del colegio, los chismes del pueblo me importaban poco porque tenía un nudo en el alma que se manifestaba en migrañas espantosas desde muy chica. 
Duró un año sola con papá hasta que se divorciaron. Papá vendió la casa y vino a vivir a Córdoba también. 
Lo poco que escribo son mails laborales y textos educativos duros, técnicos, protocolares, no tienen vericuetos por donde salga pus, sangre o felicidad.Casi no leo textos que me repujen el cuerpo. Trabajo 9 horas por día, me quedo en casa con los 3 chicos y Andrés trabaja en la oficina. Al principio de la pandemia fue un caos y ahora también, pero al menos estamos acostumbrados.
Mi amiga María me mandó una invitación a un taller literario, sé que estoy loca, pero quiero hacerlo, necesito volver a escuchar a otros, a leer colectivamente, a pensar en letras. Encontré la forma de parar la montaña rusa, de detener el tiempo por unas horas.  

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hoy abrí mi mail de hotmail, ese que todavía mantengo, y me entró un comentario de mi blog: alguien comentaba algo sobre una canción que, en 2008, me había gustado. En esa época no todo estaba en Youtube y yo quería compartir el tema. Así que más o menos transcribí la letra y la puse.
"Perdí" mi blog hace 4, 5 años aproximadamente. Es una boludez pero me gustaría tenerlo de vuelta. Pongo la contraseña (la que creo que es) y me dice que me va a mandar un código a un teléfono. O a un mi mail de argentina.com. Ya nada de eso existe. Y mi blog, mi devuelvanlapelota sigue ahí, detenido en el tiempo. De curiosidad entré a leer y vi nombre en algunas palabras tuyas. Eran lindas épocas, de leer mucho y escribir mucho.
Te mando un abrazo.
Gringo

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