Domingo

El besaba a Ana con ternura, acariciaba sus manos y su pelo. Le leía cuentos y le hablaba de sus planes de familia. Y aunque también hubiese querido marcar sendas dactilares por todo el cuerpo se contuvo.

Como en cada salida dominical Bety oficiaba de vigilante. Nadie quería que los novios estuviesen a solas "¡a ver si los tentaba el demonio!" Pero como buena hermana se las arreglaba para desaparecer y dejarlos. Aprovechaba para encontrarse con Julio, un viudo con el que se alegraban la tarde.

Finalizado el paseo se reunían los tres y volvían como si nada hubiese sucedido. Bety esperaría ansiosa el próximo domingo. Ana se resignaba... su caballero se transformaría en hombre después del casamiento.

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