Cerradura
Tengo una pasión irrefrenable y créanme que me da mucha vergüenza hablar de esto. Algunos me tildarán de fisgona, de impertinente y hasta de enferma... me gusta ver a la gente a través de las cerraduras.
No me importa mirarlas desde una ventana, desde una terraza. El hecho no es tan simple como querer verlas sin que ellos lo perciban. Mi vicio, mi fervor es la escultura que despeja la silueta de la cerradura sobre la vida, la gente... es el recorte de intimidad que se presenta ante mis ojos, la selección fortuita de los hechos.
Todavía lo recuerdo. Recién llegaba de la clínica. Elsa, esa mujer que ahora tiene nombre y el título Madre, me llevaba en sus brazos mirándome con una leve sonrisa y un gesto que aún no comprendo. Me puso en un moisés de mimbre blanco y cerró la puerta.
De repente me encontré sola en una habitación demasiado aireada para mi piel acostumbrada a nadar hasta ese momento. Empecé a experimentar el mundo de afuera, a conocer los olores de esa casa extraña, sus ruidos, su gente... mi gente.
La única imagen era el techo ya que la visión lateral era cubierta por las paredes de mi nuevo aposento. Me sentí hundir en una angustia espantosa, pero no lloré, solo he llorado tres veces en mi vida.
Ahí descubrí la visibilidad parcelada, esa existencia detrás del moisés podía hacerse presente si me concentraba en ver más allá de las varas de mimbre. El método era simple, había que aprovechar el vacío que quedaba entre las varas y obviarlas.
Poco a poco desapareció la angustia y el placer por esta forma de ver el mundo creció cada día. El moisés, lejos de ser un impedimento para relacionarme con el mundo comenzó a ser una parte de mi piel, una extensión de mi superficie.
No hablé hasta los cuatro años... podía entender perfectamente lo que decían los demás pero no tenía nada interesante para contar. Cuando quería algo mi dedo índice intercedía por mí.
Pero hubo un día clave en mi vida... lloré diez horas seguidas aferrada a mi moisés en el que apenas entraba. Mi padres hicieron lo imposible para sacarme de él, decían que ya era hora de empezar a dormir en una cama como lo hacen todas las niñas... pero era en vano, no pensaba abandonarlo.
Finalmente caí en un sueño profundo, y al despertar estaba sola, desnuda sin mi piel de mimbre ¿Cómo iba a vivir sin mi moisés? ¿Cómo mirar el mundo sin parcelas?
Desperté con la sensación de profunda derrota, de pérdida y de odio a mis padres a quienes sentía incapaces de entenderme. Y esa fue la primera vez que hablé.
Por la mañana el olor del café se mezcló como siempre en mis sueños... bajé las escaleras lentamente para que no lo advirtieran y cuando estuve en la cocina los miré a los ojos como nunca antes lo había hecho y les dije:
- Estoy decepcionada, nunca pensé que dos seres aparentemente sensibles como ustedes actuaran con tanto despotismo.
Comentarios
Los padres, esas personas que dicen traerlo a uno al mundo por y para el amor, suelen ser unos cretinos a la corta. Cómo se atreven a arrancarnos de un lugar tan confortable como el moisés (una simple ampliación habría bastado si el problema era de esapacio) y, encima, esperar que con los años seamos personas nobles y de bien.
eso es peor.
saludos nena
La profesora pidiéndome que deje de escribir en esa hoja, ya es el hora de la exposición frente a frente, tiemblo, hablo, dudo, es una mujer triste... ¿qué le pasará? La puerta abierta me desconcentra, demasiada gente se pasea, pero ahi estoy, ahí me veo, por fin, ya está, la paz, el sueño ¡una menos! Necesitaba festejarlo con ustedes compañeros bloggeros.
suerte...
PD: hay gente que mira la intimidad de gente idiota las 24 horas del dia en el tele, lo tuyo es mas interesante!!!
Tenés razón, la tv también es una inmensa cerradura... como el cine, como nuestros ojos.
Besos y nos estamos viendo.
Un abrazo niño, si no nos vemos nos estamos leyendo por lo menos.
Esperando letras, un abrazo:
gringo
p.d: ¿alguna novedad con esos guiones que me comentaste?
Esto de la escritura cooperativa me gusta mucho, así que, el que quiera aportar posibles rumbos a esta cerradura ¡bienvenido sea! por ahí mezclo ideas nuevas con las viejas y de la mezcolanza sale algo como la gente... como la gente buena, no como esa gentuza que roba, que se vende, que se calla, que miente... gente con los brazos cruzados, gente con miedo; pero no el miedo que paraliza, el miedo que ataca, que victimiza, que agrede, que mata, que siempre hace creer que el otro es el culpable y no permite ver el propio ombligo lleno de pelusas...
Bueno... me fui de tema ¿en qué estaba? Ha si! la escritura cooperativa ¡que buena gente!
le quiero hacer una invitacion x motivos radiales.
beatradio@mail.com
saludos.
beat
Dicen que cada uno es como puede, algunos miran, otros prefieren que los miren ... Complices?
Saludos.